En el campo del software aplicado a la arquitectura, la
ingeniería y la construcción llevamos algún tiempo
hablando de la importancia de la “conectividad” a despecho
del diccionario. Para los no iniciados en la jerga de las consultorías,
estos conceptos, que asoman de forma reiterada en las páginas
de nuestras publicaciones especializadas y en los “briefing” de
empresa, tratan de convencernos de una evolución lineal, con destino
a un estadio superior de creatividad y productividad, cuyo itinerario
pasa por la integración de los diferentes procesos vinculados
al proyecto.
La ruta ideal a seguir la marcan las nuevas tecnologías
de la información que, de este modo, se convierten en dogma de
fe y en faro que ilumina el camino.
No cabe ninguna duda de que se ha recorrido un importante
trecho en esa dirección y bajo esas premisas. Hoy en día,
proyectar no es sólo crear o diseñar. También quiere
decir utilizar y maximizar el valor de los datos para ofrecer soluciones
capaces de integrar procesos.
Los programas de gestión son un ejemplo de esta tendencia,
pero al mismo tiempo revelan el gran trecho que queda por recorrer y
el engaño que supone instalarse en la complacencia arrullado por
la sonoridad de las palabras de moda.